MIGUEL GARCÍA
“TRASLADOS”
Quiero presentarte cómo vivo el tango en este momento histórico, en el que todos los espacios de desarrollo fueron suspendidos y, por ende, también mis ingresos.
Verás algunos comentarios mientras me dirijo a dar una clase, la primera después de meses; así como la lectura de un poema referente a mi visión de la danza de tango y la palabra.
Las imágenes donde se me ve bailar son de uno de los últimos festivales en los que participé antes de la pandemia.
El tango es la actividad que llena todos mis sentidos, que me ha brindado incontables satisfacciones y es, además, la actividad que me da la posibilidad de ganarme la vida. Es un fenómeno complejo, compuesto por muchas expresiones artísticas (danza, música, poesía, canto, etc.), y ésa fue la clave para no hundirme en estos tiempos: vivir el tango desde otras perspectivas, no solamente como bailarín o instructor.
Mi especialidad es el tango de pista, el baile social: preparo bailarines, no para subirse a un escenario, sino para desempeñarse satisfactoriamente en las llamadas milongas (reuniones sociales en las que se baila tango), impulso la comodidad, la comunicación, la conciencia corporal, el contacto pleno y profundo, indispensable para una danza que se baila en pareja.
El tango de pista no está configurado para ser visto, sino para ser experimentado; no se busca impactar a un espectador, sino vivirse intensamente desde la ejecución, en eso es distinto al tango de escenario. Existen ciertos códigos de convivencia dentro y fuera de la pista, tanto dancísticos como extradancísticos. Eso es básicamente lo que enseño en las clases. A raíz de la cancelación de todo contacto, aquello que forma parte fundamental de mi labor profesional quedó anulado.
El año anterior tuve un accidente y me lesioné la rodilla. Puesto que el dolor no me impedía desempeñarme en mi rutina diaria, dejé que sanara sola. Pero cobró factura cuando el reposo fue cosa obligada, pues algunos meses de inactividad me atrofiaron y, cuando reactivé el entrenamiento, la lesión se manifestó y me impidió seguir. Actualmente me encuentro en tratamiento médico y no es posible para mí bailar.
El destino me quitó la danza, pero me dejó todo lo demás: puedo enseñar, puedo escuchar y leer, puedo investigar y escribir. En eso consiste mi vida a raíz de la coyuntura histórica que nos ha tocado.